Entrevista con Rodolfo Dordoni
Era el 1990 cuando Foscarini presentó una lámpara de vidrio soplado, caracterizada por la combinación con un trípode de aluminio, resultado del encuentro con el diseñador Rodolfo Dordoni, que reinterpretaba con un nuevo espíritu la clásica pantalla. Esa lámpara se llamaba Lumiere.
¿Cuándo y cómo nació el proyecto Lumiere (la chispa, quiénes fueron los actores iniciales, los impulsores)?
Estamos hablando de hace bastantes años y, por lo tanto, recordar quienes fueron los actores precisa un esfuerzo de memoria que a mi edad quizás ya no es tan sencillo.
Lo que si puedo decir es el contexto en el que nació Lumiere. Era un periodo en el que había empezado a trabajar con Foscarini en una especie de cambio de la empresa. Me habían llamado para una dirección general, que podía ser una especie de dirección artística de la nueva colección, porque su intención era cambiar la configuración de la empresa.
Foscarini era una empresa pseudomuranesa, es decir, que residía en Murano, pero que tenía una mentalidad que no era exclusivamente muranesa. Empezamos a trabajar sobre este concepto, el de conservar la identidad de la empresa (la identidad de las raíces de la empresa, es decir, Murano-vidrio), pero alejándonos de la posición de las demás empresas de Murano (es decir, fábrica de vidrio-vidrio soplado) intentando añadir al producto detalles tecnológicos que lo caracterizaran y convirtieran a Foscarini en una empresa más de «iluminación» que de «vidrio soplado». En aquella época, este concepto era la línea guía para la Foscarini del futuro.
¿Donde nació Lumiere? ¿Que llevó a su forma-función (las restricciones proyectuales, los materiales como vidrio soplado y aluminio)?
Basándonos en las líneas guía de las que acabo de hablar, empezamos a imaginar y diseñar productos durante los encuentros. En uno de esos encuentros, creo que estábamos todavía en la antigua sede de Murano, hice un esbozo sobre un papel, un diseño realmente pequeño sobre una hoja de papel de 2×4 cm, este sombrero de vidrio con un trípode, para que se entendiera la idea de asociar vidrio y fusión, porque en aquella época la fusión de aluminio era un argumento muy contemporáneo, nuevo.
Así pues, la idea de este pequeño trípode con la fusión y el vidrio expresaba, más que el diseño de una lámpara, un concepto más general: «cómo colocar juntos dos elementos que fueran la característica de los futuros productos de la empresa». Esta fue, en la práctica, la intuición.
¿Un momento que recuerda, más que otros, cuando se habla de Lumiere (un encuentro con el cliente, una prueba en la empresa, el primer prototipo)?
Pues, seguramente el momento en el que Alessandro Vecchiato y Carlo Urbinati prestaron atención a mi esbozo, por la intuición. Recuerdo que Sandro echó una hojeada al diseño y dijo: «Me gusta, deberíamos hacerla». En ese esbozo vieron enseguida el producto. Y yo también pensaba que ese diseño podía convertirse en un auténtico producto. De allí nació Lumiere.
Vivimos en una sociedad en la que impera el «usar y tirar». ¿Qué se siente al haber diseñado algo que tiene éxito desde hace 25 años?
Eran claramente momentos distintos. Primero, cuando se diseñaba, las consideraciones que las empresas hacían eran también en términos de inversión, y de su amortización en el tiempo. Por tanto, las cosas que se diseñaban se pensaban más.
Ahora no es que hayan cambiado las empresas, ha cambiado el mercado, ha cambiado la actitud del consumidor, que se ha vuelto más «voluble». El consumidor actual está acostumbrado por otros sectores de mercado (véase moda y tecnología) a no desear cosas «duraderas». Así que las expectativas que las empresas tienen sobre el producto son seguramente más breves. Cuando sucede que un producto (como Lumiere) vive durante tanto tiempo en términos de ventas, significa que es autosuficiente. Es decir, que se trata de un producto que no ha seguido necesariamente las tendencias, el momento. Y precisamente por ello, en cierta manera, atrae. Y estimula placer. Tanto en quien lo compra como en quien lo ha diseñado.
¡Personalmente me complace que Lumiere represente una «huella» que todavía se reconoce y sigue siendo atractiva!
¿De qué forma este contexto ha «dejado una huella», si lo ha hecho, sobre la piel y en la mente de Rodolfo Dordoni, hombre y arquitecto?
Pienso en dos momentos importantes que han marcado mi trabajo. El primero es el encuentro con Giulio Cappellini, que fue mi compañero en la universidad, Luego fui yo su compañero de trabajo, porque al acabar la universidad me pidió que trabajara con él en la empresa. Gracias a este encuentro pude conocer el mundo del diseño «desde dentro». Durante 10 años trabajé y conocí el sector de la decoración en todos sus aspectos. Así pues, mi configuración es la de quién conoce «en la práctica» toda la cadena de producción del producto diseño.
Esto lleva directamente al segundo de mis momentos importantes.
Gracias a esta «práctica», a este conocimiento directo, cuando las empresas se dirigen a mí saben que no están pidiendo solo un producto, sino un razonamiento. Y a menudo sucede que este razonamiento lleve a construir con las empresas relaciones que se convierten en intercambios largos, en conversaciones largas. Esta charlas ayudan a conocer a la empresa. Y el conocimiento de la empresa es una parte fundamental en el análisis del proyecto. Me gusta trabajar, y en esto estoy un poco mimado, con personas con las que comparto una especie de similitud de intenciones y de objetivos a alcanzar. De esta forma se tiene la posibilidad de crecer juntos.
Década de los 90: «googlando» aparecen las Spice Girls, los Take That y el Jovanotti de «È qui la festa?», pero también «Nevermind» de los Nirvana y la pieza de los Underworld que hacía de columna sonora de la película lm Trainspotting, «Born Slippy». ¿Si piensa en su década de los 90, qué le viene a la mente?
La década de los noventa fue para mí el inicio de una progresiva incomprensión tecnológica. Es decir, que todo lo que sucedió desde el LP musical en adelante, tecnológicamente hablando, yo empecé a no entenderlo. Muchas veces he pensado que, cuando era un muchacho, criticaba a menudo a mi padre porque lo consideraba tecnológicamente inadecuado. Pues bien, su ser inadecuado respecto a mí era mínimo, si pienso en mi «insuficiencia tecnológica» respecto a mis nietos, por ejemplo. ¡Digamos que en la década de los noventa inició mi «aislamiento tecnológico»!
¿Que ha permanecido invariable para Rodolfo Dordoni diseñador?
El diseño. El esbozo. El rasgo.