Bennet Pimpinella lleva su arte cinematográfico al proyecto What’s in a Lamp? y, utilizando la técnica del arañado sobre la película, convierte las lámparas de Foscarini en símbolos de emociones y recuerdos, en escenas íntimas con una atmósfera surrealista y underground.
Bennet Pimpinella no es ajeno a la experimentación. Nacido en 1977 y formado en cine en la Academia de L’Aquila, Pimpinella ha pasado su carrera desdibujando los límites entre lo analógico y lo digital, siempre en busca de redefinir la relación entre luz e imagen. Su estilo es inconfundible: un lenguaje visual que mezcla investigación, artesanía y un profundo vínculo con el medio cinematográfico. La técnica del arañado en la película es su sello distintivo, una marca que encapsula todo el proceso creativo con su intensidad, sus imperfecciones y ese trazo vigoroso e instintivo que surge del contacto directo con la celuloide. Sus obras destacan por una estética cruda, cargada de energía y sensibilidad, que arrastra al espectador hacia un universo lleno de emociones intensas, reflejo del sentir del autor en el momento de la creación artística.
En su colaboración con Foscarini para el proyecto What’s in a Lamp?, Pimpinella lleva su habilidad para manipular la película a un nuevo nivel, haciendo de la luz la protagonista absoluta de sus obras.
“Cada una de las seis películas producidas para Foscarini es única, pero todas están unidas por una atmósfera íntima y afectiva. Las lámparas de Foscarini se integran en este relato, convirtiéndose en símbolos de emociones y recuerdos, parte integral de una narración silenciosa pero profunda. Quise fusionar la materialidad de la película arañada y coloreada con lo surrealista, creando un diálogo entre luz y sombra que cuenta historias silenciosas pero poderosas.”
Bennet Pimpinella
/ Artista y director
La banda sonora, realizada con el compositor Carmine Calia, no se limita a seguir las imágenes, sino que las moldea y las enriquece con significados. La luz y las formas en las obras de Pimpinella adquieren así una nueva dimensión emocional, amplificadas por la música, creando una conexión intensa con el espectador.
Descubre más sobre la colaboración con Bennet Pimpinella y la serie completa en el canal de Instagram @foscarinilamps, y explora todas las obras del proyecto What’s in a Lamp?, donde artistas internacionales son invitados a interpretar la luz y las lámparas de Foscarini.
Cuéntanos algo sobre ti: ¿siempre supiste que querías ser artista? ¿Cómo comenzó tu viaje en el mundo del cine y la experimentación artística?
Nunca imaginé que podría vivir como artista, a pesar de haber crecido en un ambiente impregnado de arte. Mi padre, pintor y escultor, y mi madre, retratista, siempre me transmitieron la pasión por el dibujo y la pintura, pero para mí era una dimensión íntima, algo que formaba parte de la cotidianidad sin pensar que podría convertirse en mi camino de vida. Después de una experiencia escolar como topógrafo, que sentía que reprimía mis inclinaciones, decidí inscribirme en la Academia Internacional de Ciencias y Artes de la Imagen. Fue un cambio radical: me sumergí en un mundo completamente nuevo, el del cine, descubriendo una forma expresiva que transformó mi visión del arte. No más estática, sino en movimiento. Tuve la suerte de encontrar grandes maestros, entre ellos Vittorio Storaro, una figura fundamental en mi trayectoria. Después de la Academia, tuve el honor de formar parte de su equipo durante diez años, una experiencia que me formó profundamente. Mi papel era el de asistente de operador y mi tarea era cargar y descargar la película en las cámaras de 35mm. Fue ahí donde aprendí tanto a manejar como a cuidar la película. En ese período encontré mi espacio, aprendiendo los fundamentos de la técnica y la estética cinematográfica. Esos años fueron una escuela de disciplina, técnica y, sobre todo, de amor por la búsqueda de la belleza en la imagen. Aún hoy, llevo conmigo esas enseñanzas y estoy agradecido al Maestro Storaro y a todo el equipo por haberme transmitido una pasión que continúa guiándome cada día.
¿Qué te motiva a crear y de dónde nace tu inspiración: de la curiosidad, de la búsqueda de significado o de la expresión visual pura?
Crear es mi forma de expresarme, como para otros puede ser escribir, tocar o cantar. Para mí es algo natural, casi instintivo, es una necesidad, un alivio para cada uno de mis desasosiegos internos. Mi técnica y mi trabajo se convierten en el medio para elaborar lo que vivo y siento.
Mi enfoque es fundamentalmente experimental: parto de un gesto, de una señal, buscando cada vez algo nuevo, pero al mismo tiempo reconocible. Mi inspiración no tiene una única fuente; me nutro de todo lo que me rodea y atraviesa mis sentidos. Puede ser el azul del mar, un día gris, una noticia de actualidad, la pérdida de un ser querido o una melodía que me atrapa. Cada experiencia, cada emoción, se transforma en una señal, en una forma. Podría continuar indefinidamente, porque todo lo que me impacta tiene el potencial de convertirse en parte de mi proceso creativo.
Tu cine es sorprendente y único. ¿Cómo describirías tu estilo y cómo has desarrollado esta estética distintiva?
Durante mi tiempo en la Academia, exploré todas las formas de narración cinematográfica, hasta que realicé mi primer trabajo de animación en stop motion. Ese primer proyecto encendió en mí una chispa, empujándome a sumergirme completamente en el mundo de la animación. Compré libros, estudié técnicas y experimenté, buscando replicar métodos innovadores: desde la pantalla de alfileres de Alexandre Alexeïeff, hasta el vidrio retroiluminado, pasando por el motion painting de Oskar Fischinger y el stop motion de Jan Švankmajer. Cada nuevo descubrimiento alimentaba mi curiosidad.
El cambio decisivo llegó con el descubrimiento del cine directo, sin cámara, de Stan Brakhage. A partir de ese momento, comencé a experimentar con el Super 8, arañando, coloreando e interviniendo directamente sobre la película. El momento más mágico para mí era la proyección: usar un proyector casero, sentir el ruido mecánico del motor arrastrando la película, el olor de las cintas, el polvo danzando en la luz de la lámpara… Fue una experiencia que cautivó mi alma. Recuerdo aún la primera vez que proyecté uno de mis trabajos: supe de inmediato que esa técnica se convertiría en mi lenguaje.
Ahora, después de 25 años, sigo experimentando la misma emoción, el mismo sentido de asombro cada vez que se enciende la luz y la imagen cobra vida. Mi estilo nace de esta entrelazado entre experimentación, artesanía y un profundo vínculo con el medio físico del cine, que sigue siendo la base de todo lo que creo.
Has encontrado un equilibrio entre lo analógico y lo digital, pero tu trabajo siempre comienza con la película. ¿Qué proceso sigues para crear tus videoclips? Nos gustaría mucho entender cuál es tu técnica, las herramientas que utilizas y tu método de trabajo.
Cada proyecto comienza con una elección fundamental: el soporte. Decido si filmar material nuevo y, una vez desarrollado, obtener el positivo sobre el que rayar e intervenir, o si trabajar con la técnica del found footage, utilizando películas existentes para manipular. La elección de la película es crucial y depende del tipo de trabajo que estoy realizando. Existen muchas variables: el formato, las perforaciones, el hecho de que la película ya esté impresa o no expuesta. También la marca y la edad de la emulsión son importantes, ya que influyen en el tipo de rascado que se obtendrá, en términos de color, profundidad y línea. Cada detalle cuenta en la creación del resultado final. Una vez seleccionada la película, comienza el verdadero trabajo, que requiere una inmensa dosis de paciencia y dedicación. Es un proceso que te obliga a aislarte, como si el tiempo se detuviera. Para un solo minuto de animación puede llevarse semanas. La meticulosidad es esencial.
En mi cine directo utilizo una amplia gama de técnicas, y cada signo tiene su herramienta dedicada. Para rayar la película, por ejemplo, uso punzones, agujas, kits de dentista, fresadoras eléctricas y Dremel. Pero no se trata solo de rayar: corto, pego y pinto utilizando todo tipo de material disponible. Los colores varían desde pigmentos para vidrio, hasta tintas a base de agua, pasando por colores indelebles. Mi objetivo siempre es aprovechar al máximo lo que el mercado ofrece, manteniendo la creatividad en el centro del proceso.
Un elemento importante de mi trabajo es la colección de transferibles que he acumulado durante los últimos veinte años. Tengo de todo tipo y marca, lo que me permite explorar infinitas posibilidades creativas al intervenir en la película. Cada detalle de mi trabajo nace de una combinación de técnica, experimentación y la voluntad de siempre empujar un poco más allá los límites del material.
¿Cómo nació la colaboración con Foscarini? ¿Qué te motivó en este trabajo?
Cuando Foscarini me propuso colaborar, no lo dudé ni un segundo. Recuerdo aún el entusiasmo con el que dije inmediatamente que sí. Ser elegido por una marca que admiro, y al mismo tiempo tener la libertad creativa completa, fue un fuerte estímulo para mí. Vi la oportunidad de explorar nuevas ideas, buscando crear algo que estuviera en sintonía con su mundo, pero que al mismo tiempo llevara mi impronta personal.
Cada vez que se me concede carta blanca, siento que me empuja a superarme, a experimentar y a buscar soluciones visuales que sean sorprendentes y capaces de transmitir emociones. Quería crear una atmósfera que reflejara la esencia de Foscarini, pero que al mismo tiempo llevara un toque único e inesperado, capaz de emocionar tanto a mí como al público. Este tipo de desafío, unir mi visión con la suya, ha sido el motor principal de este proyecto.
En el proyecto “What’s in a lamp?” de Foscarini, has transformado fragmentos de una película rayando la película, añadiendo colores y convirtiendo las lámparas Foscarini en parte de la escena de manera surrealista y underground. ¿Podrías contarnos sobre la inspiración y el significado que te guiaron en la creación de esta serie?
Para el proyecto “What’s in a lamp?”, busqué crear una conexión profunda entre la luz y la vida. Cuando comencé a imaginar el proyecto, hice un gesto simple pero simbólico: apagué todas las luces de casa. Luego, una a una, comencé a encenderlas, buscando esa atmósfera perfecta que pudiera abrir un camino creativo. La luz se convirtió en mi guía, y de ahí nació la inspiración para los seis minifilms que creé.
Cada película es única, distinta en color y técnica, pero todas están unidas por una atmósfera íntima y afectiva. Quería contar algo que fuera universal, donde la luz no solo fuera un elemento físico, sino el protagonista mismo: un reflejo de la vida de cada uno de nosotros. Las lámparas Foscarini se convirtieron en parte integral de esta narración, transformándose en símbolos de emociones, recuerdos y momentos de vida vivida. Quería fusionar la materialidad de la película rayada y coloreada con lo surrealista, creando un diálogo entre luz y sombra que contara historias silenciosas pero poderosas.
¿Hay alguna película de la serie que prefieras o que por alguna razón te sea más querida?
No tengo una película favorita en sentido absoluto, pero hay una escena que me es particularmente querida: la toma inicial de Spokes. En ese momento se concentra toda la intimidad y el calor que solo un abrazo puede transmitir. El resplandor anaranjado emitido por la lámpara Spokes invade suavemente la habitación, envolviendo a los protagonistas en una luz que no es solo física, sino emocional. Es como si esa luz se ocupase de ellos, protegiéndolos de la oscuridad circundante. Es una escena que habla de conexión, de protección, de ese calor humano que va más allá de las palabras, y es eso lo que la hace tan especial para mí.
Los rasguños en la película expresan toda la pasión y la intensidad con la que vives tu arte. ¿Cómo se refleja tu individualidad en tus trabajos? ¿Tienes un ritual cuando creas tus obras?
Los rasguños en la película son, para mí, como una firma, una huella que encierra todo el proceso creativo con su intensidad, sus imperfecciones, y ese trazo vigoroso e instintivo que nace del contacto directo con la celuloide. Cada rasguño, cada signo es un reflejo de un momento preciso de mi vida y de mi estado de ánimo en ese instante. Es como si la película misma llevara consigo una parte de mí, de mi experiencia. No sigo un ritual rígido cuando creo, pero me dejo llevar mucho por el instinto y el flujo del momento. Sin embargo, tengo pequeñas costumbres que me ayudan a entrar en el estado mental adecuado. Busco la soledad, escucho música que me inspira y me sumerjo en un tipo de luz que pueda crear la atmósfera ideal para el viaje que estoy a punto de emprender. Cada creación es un viaje interior, y estas costumbres me ayudan a sintonizarme con las emociones que deseo hacer emerger en mi trabajo.
¿Cuál es el papel de la luz en tu arte?
La luz es el corazón palpitante de mi trabajo; sin ella todo permanecería invisible. Es la luz la que da vida a las marcas grabadas en la película, revelando formas, colores, movimientos y emociones. A través de la luz, lo que está oculto en la materia emerge, transformándose en imagen y convirtiéndose en narración. Es un elemento esencial, un puente entre mi gesto creativo y la mirada del espectador. Es la luz la que completa la obra, haciendo visible lo que de otro modo quedaría atrapado en la película.
¿Qué importancia tiene la música en tu videoarte, y en particular en la serie “What’s in a lamp?”?
En la serie “What’s in a lamp?”, le pedí al compositor Carmine Calia que se sumergiera en este viaje conmigo. El Maestro Calia creó una banda sonora inolvidable, capaz de convertirse en un verdadero personaje dentro de la narración. Su música no solo acompaña las imágenes, sino que las influye profundamente, dando forma al ritmo de la historia y enriqueciéndola con significados simbólicos. De esta manera, la luz y las formas presentes en la escena adquieren una nueva profundidad emocional. La música se convierte así en un componente esencial, capaz de crear una conexión intensa con el espectador, amplificando las sensaciones y los temas que quiero expresar.
¿Tienes artistas de referencia, maestros o influencias significativas en la formación de tu visión artística?
Creo que mi mayor influencia proviene de mi padre. Desde niño, crecí observándolo pintar, y cada vez que hablaba de su arte, sus ojos se iluminaban. Esto me llenaba de alegría y ha instilado en mí un profundo amor por la creatividad. De adulto, sin embargo, tuve la suerte de trabajar con el maestro del cine italiano, Vittorio Storaro. Verlo en acción fue una de las experiencias más extraordinarias de mi vida. De él aprendí la importancia de buscar la belleza en la imagen, una lección que ha moldeado profundamente mi trayectoria artística.
¿Cómo cultivas tu creatividad?
Cultivo mi creatividad a través de un constante proceso de experimentación, viviendo como un ermitaño en casa, como si fuera mi guarida. Añadir continuamente algo a la técnica o incluso quitarlo es lo que me impulsa a buscar algo diferente, pero siempre tratando de mantener un signo seguro e inimitable. Este deseo de evolución y búsqueda constante es el motor que me impulsa a cultivar mi trabajo.
¿Cómo definirías la creatividad? ¿Qué significa para ti ser creativo?
Para mí, la creatividad es libertad. Es ese flujo continuo que me permite ver el mundo desde diferentes perspectivas y expresarme de maneras únicas, siempre buscando superar mis límites.
Descubre más sobre la colaboración con Bennet Pimpinella y la serie completa en el canal de Instagram @foscarinilamps, y explora todas las obras del proyecto What’s in a Lamp?, donde artistas internacionales son invitados a interpretar la luz y las lámparas de Foscarini.